Muchas de las creencias y tradiciones que se encuentran actualmente en el catolicismo no pueden rastrearse hasta la base doctrinal de la iglesia original, tal como se registra en el libro de los Hechos y las Epístolas. En algunos casos, no se pueden encontrar en la forma más temprana del catolicismo en sí. En cambio, ha habido un desarrollo progresivo de rituales, prácticas y doctrinas a lo largo de cientos de años. Algunas creencias fueron adoptadas incluso durante siglos antes de ser afirmadas formalmente como doctrina de la iglesia. A medida que se descubre nueva información, de vez en cuando estas fechas pueden ser alteradas y esta lista puede recibir adiciones.

Considera la siguiente cronología propuesta:

Cronología / Evolución de las doctrinas católicas

325 – Sólo los obispos y sacerdotes pueden realizar la comunión (Primer Concilio de Nicea)
364 – Sábado dominical (Concilio de Laodicea/después del decreto de Constantino en 321)
382 – El canon bíblico de 73 libros aprobado en el Concilio de Roma, reafirmado más tarde por los concilios regionales de Hipona (393) y Cartago (397)
398 – Oraciones por los muertos (Agustín aludió a ellas)
418 – El bautismo infantil regenera (Concilio de Cartago)
553 – El estado siempre virgen de María (Quinto Concilio Ecuménico en Constantinopla)
600 – La confesión a un sacerdote (la confesión pública pasó a ser privada en los años 600)
993 – La canonización del primer santo (san Ulrico por el papa Juan XV)
1095 – Las indulgencias (el papa Urbano II ofreció indulgencias a ciertas personas que lucharon en o financiaron las Cruzadas)
1139 – El celibato de los sacerdotes (Segundo Concilio de Letrán)
1208 – El rosario (Domingo afirmó haber recibido una revelación de María)
1215 – La ropa clerical requerida para los líderes de la iglesia (Cuarto Concilio de Letrán)
1215 – La transubstanciación (Cuarto Concilio de Letrán/aprobó la palabra “transubstanciación” para describir la comunión)
1274 – El purgatorio (propuesto por el papa Gregorio en 596, confirmado en el Concilio de Lyon [1274 d.C.], luego los Concilios de Florencia y Trento [1438-1439 d.C. y luego 1545-1563 d.C.])
1545 – La Tradición igual a la Biblia (Concilio de Trento/1545-63)
1570 – La misa tridentina (misa tradicional latina)
1854 – La inmaculada concepción proclamada como dogma de la iglesia (decreto infalible del papa Pío IX)
1870 – La infalibilidad papal (Concilio Vaticano I/1869-70)
1950 – La asunción de María es declarada dogma eclesiástico (decreto infalible del papa Pío XII)
1954 – María, Reina del Cielo (una creencia arraigada desde hace mucho tiempo, definida en el Concilio de Éfeso en 431 d.C., afirmada en una encíclica del papa Pío XII)
1962 – La misa puede presentarse en lenguas modernas (Concilio Vaticano II/1962-1965)
1992 – Se publica un Catecismo que codifica muchas de las creencias mencionadas anteriormente.

Algunas de estas fechas son discutibles porque un concepto particular puede haber sido adoptado parcial o generalmente durante un tiempo (incluso cientos de años) antes de ser reconocido oficialmente por la iglesia como regla de fe. Además, algunos escritores, historiadores o recursos pueden ofrecer estimaciones de fechas ligeramente diferentes. También, algunas de estas doctrinas fueron motivo de desacuerdo durante siglos. Sin embargo, el propósito principal de compartir estas fechas es revelar la asombrosa verdad de que todas las creencias y prácticas mencionadas, aunque absorbidas por el sistema de creencias católico a lo largo de cientos de años, no son bíblicas (algo que creo que demuestro suficientemente en mi libro Las creencias de la Iglesia católica. ¿Cómo ocurrió esta degeneración doctrinal y por qué los católicos devotos que aman sinceramente a Dios sienten que es aceptable tal alejamiento de la autoridad bíblica?

Los pilares del catolicismo

 

Hay una respuesta sencilla a la doble pregunta que acabamos de plantear. La razón principal de este descenso hacia doctrinas falsas y no bíblicas es algo llamado “Los tres pilares del catolicismo” (la Sagrada Escritura, la Sagrada Tradición y el Magisterio). Así como los pilares que sostienen el techo de un edificio normalmente tienen la misma altura, estos tres aspectos del catolicismo tienen la misma autoridad e importancia en la defensa de este sistema de creencias que cuenta con 1.3 mil millones de seguidores en todo el mundo.

Pilar #1: la Sagrada Escritura

El canon católico de las Sagradas Escrituras (73 libros en total/46 libros del Antiguo Testamento y 27 libros del Nuevo Testamento) no fue completamente compilado y ratificado hasta el Concilio de Roma en el año 382 d.C. (La palabra “canon” significa una línea de medición, regla o principio). La Biblia protestante surgió mucho más tarde, durante la época de la Reforma. Sin embargo, contiene los 27 libros del Nuevo Testamento de la Biblia católica y 39 de los libros del Antiguo Testamento. Excluidos de la versión protestante del Antiguo Testamento hay siete libros comúnmente conocidos como “los apócrifos” (que significa ‘oculto’).

Martín Lutero hizo esto porque él y otros reformadores no los consideraban inspirados al mismo nivel. Sin embargo, esta evaluación negativa no comenzó con ellos; se remonta a mucho más atrás en el tiempo. “Los primeros padres de la Iglesia, como Atanasio, Melitón, Orígenes y Cirilo de Jerusalén, se manifestaron en contra de la canonicidad de gran parte o de la totalidad de los libros apócrifos, pero el opositor más contundente fue el erudito católico del siglo IV, Jerónimo.”1 Sin embargo, ninguno de los libros excluidos contiene ideas esenciales para la salvación. Las pocas referencias en los libros apócrifos que supuestamente respaldan las doctrinas católicas (como la oración a los santos y el purgatorio) cuando se les somete a una exégesis adecuada, se desmoronan rápidamente.2 A excepción de estos libros omitidos, la sacralidad de las Escrituras es algo en lo que tanto protestantes como católicos pueden estar de acuerdo.

Pilar #2: la Sagrada Tradición

Muy a menudo, los cristianos que creen en la Biblia y critican las creencias católicas argumentan: “Si no está en la Biblia, no puede ser verdad”. La refutación habitual de los católicos suele sonar así:

“La iglesia primitiva no tenía la Biblia como la tenemos hoy. No estuvo disponible hasta finales del siglo IV. Antes de eso, los cristianos dependían en gran medida de la transmisión oral de las tradiciones y doctrinas de los apóstoles. Por lo tanto, la tradición oral sigue siendo una forma válida de transmitir la doctrina correcta a la Iglesia”.

La primera parte de la explicación propuesta es cierta. Consideremos las dos siguientes referencias de Pablo:

     Los alabo porque en todo se acuerdan de mí y guardan las tradiciones con firmeza, tal como yo se las entregué. (1 Corintios 11:1-2)

     Así que, hermanos, sigan firmes y no se olviden de las tradiciones que les hemos enseñado personalmente y por carta. (2 Tesalonicenses 2:15 DHH)

En el momento en que se escribieron estos versículos, el Antiguo Testamento (el Primer Testamento) estaba disponible para algunos creyentes, pero el Nuevo Testamento aún no existía. Por eso los teólogos católicos insisten en que las verdaderas creencias y prácticas cristianas no dependen de su inclusión en la Biblia, porque nadie tenía la Biblia completa cuando la fe cristiana se introdujo por primera vez en este mundo. Además, la imprenta no se inventó hasta el año 1436 d.C., por lo que muy pocas personas podían siquiera permitirse el lujo de tener la Palabra escrita de Dios. ¿Es esta una proposición válida y pertinente? Bueno, sí y no.

“Sí”, el punto sobre la “tradición oral” que fue vital en el principio es relevante y cierto. Sin embargo, la respuesta más contundente debería ser “No”, por la siguiente razón. Todas las “tradiciones orales” originales, autorizadas y auténticas transmitidas por los apóstoles, que contienen facetas importantes del verdadero Evangelio que merecen ser preservadas y difundidas, fueron incluidas en ese canon de las Escrituras compilado en el año 382 d.C. Por lo tanto, desde ese momento en adelante en particular, nunca se deberían haber agregado nuevas creencias a la cosmovisión cristiana. En realidad, no se necesitaron nuevas “revelaciones” después de la muerte de los apóstoles originales. Pero ese ciertamente no ha sido el caso, como lo indican este artículo y gráfico de la cronología.

Lamentablemente, el catolicismo respeta las tradiciones más recientes, desarrolladas durante los últimos dos milenios, tanto como las tradiciones antiguas que se originaron en la iglesia primitiva y que luego se preservaron en la Biblia. Conceder a estas tradiciones creadas por el hombre la misma autoridad que a la Sagrada Escritura es inaceptable para Dios y debería serlo para nosotros.

Pilar #3: el Magisterio

La palabra “Magisterio” proviene de la palabra latina magister que significa ‘enseñanza’. Dentro del catolicismo, significa tres cosas relacionadas:

  • La autoridad de la Iglesia católica para enseñar la doctrina de Cristo,
  • Las autoridades dentro de la Iglesia católica que validan y declaran esas enseñanzas (el papa y todos los obispos de la Iglesia en todo el mundo),
  • Las propias enseñanzas autorizadas.3

Si el Magisterio proclama y establece una doctrina que los católicos deben creer o una tradición que deben practicar, no es necesario que exista un testimonio en la Sagrada Escritura, pues los tres “pilares” son todos iguales en autoridad. Esta lógica debe rechazarse especialmente cuando nuevas enseñanzas autorizadas contradicen la Palabra de Dios. Sin embargo, tal como era en los días de Jesús, así es ahora. En un momento dado, reprendió a los líderes religiosos judíos con la siguiente declaración condenatoria:

     “Astutamente ustedes violan el mandamiento de Dios para guardar su tradición”. (Marcos 7:9)

     El Salvador se atrevió incluso a afirmar que ellos estaban “invalidando así la palabra de Dios por la tradición de ustedes, la cual han transmitido”. (Marcos 7:13)

Como en los días de los apóstoles, así es ahora. La historia se ha repetido una vez más. La sumisión ciega a la tradición establecida a menudo conduce al engaño espiritual. Aun así, muchas personas, incluso líderes de la iglesia, sin duda se dejan llevar por la corriente. Pero en muchas denominaciones cristianas, así como en el catolicismo, hay un movimiento creciente, un anhelo por lo real, una voluntad de cuestionar las ideas establecidas. Gracias a Dios, muchas personas que aman profundamente al Señor están despertando y buscando la sabiduría de Dios en estos asuntos. Deseando apasionadamente ser “verdaderos adoradores” y fieles “seguidores de Jesús”, han decidido que:

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1 https://es.wikipedia.org/wiki/Ap%C3%B3crifo_(literatura), consultado el 3/11/2023.
2 El catolicismo promueve las doctrinas de “pedirle a los santos” y del “purgatorio” con las siguientes dos referencias de un libro incluido en la Biblia católica: 2 Macabeos 15:14-17 y 2 Macabeos 12:39-46. Para entender por qué esta es una aplicación incorrecta e insuficiente de estas referencias, consulta los capítulos 11 y 21 del libro Las creencias de la Iglesia católica o lee los artículos sobre esos dos temas en este sitio web.
3 Para una explicación más profunda, ver el Apéndice #8 del libro Las creencias de la Iglesia católica.