Desde el comienzo de mi caminar con Dios, mi corazón se ha llenado de asombro ante la gloria de la encarnación. Que el Espíritu Santo cubriera a una virgen y colocara dentro de su vientre la sustancia que llegaría a ser la forma física del Hijo de Dios, ¡qué misterio! ¡Qué milagro de intervención divina! ¡Qué abundante derramamiento de amor sobre una raza humana indigna!
También he sentido una profunda admiración por la virgen, la joven de corazón puro, elegida para un propósito tan crucial. El hecho de que María recibiera un llamado tan elevado del Creador del universo es inefablemente profundo.
Por eso, mi corazón también está lleno de santa cautela. ¡Dios me libre de malinterpretar cualquier faceta de este poderoso acto de redención o de tergiversar cualquier aspecto del papel de María! Sin embargo, la búsqueda de la verdad pura en esta área es esencial, por lo que exige la debida diligencia de todos nosotros, tanto lógica como teológicamente. Por lo tanto, procedamos, con respeto y en oración.
El estado de siempre virgen
Un sitio web católico presenta la doctrina del infinito estado virginal de María con las siguientes palabras:

En la teología católica se hace referencia a María como aeiparthenos, que significa siempre virgen, una declaración de que ella era virgen antes, durante y después del nacimiento de Jesús.
“La enseñanza de la virginidad perpetua de María es uno de los dogmas más antiguos de la Iglesia. Fue enseñado por los primeros padres de la Iglesia, incluidos: Tertuliano, san Atanasio, san Ambrosio y san Agustín. Y fue declarado oficialmente un dogma en el Quinto Concilio Ecuménico en Constantinopla en 553 d.C. Esa declaración llamó a María ‘siempre virgen’. Un siglo después, una declaración del papa Martín 1 aclaró que ‘siempre virgen’ significaba que María era virgen antes, durante y después del nacimiento de Cristo. De esos tres aspectos de la virginidad perpetua de María, la parte más fácil de ver en las Escrituras es su concepción virginal de Cristo. Tanto Mateo como Lucas no dejan lugar a dudas al respecto (Mt. 1:18; Lc. 1:34-35, 3:23). Esa maternidad virginal es el garante tanto de la divinidad de Jesús como de la humanidad de Jesús. Salvaguarda la verdad de que Él era completamente Dios y completamente hombre”.[1]
Dos partes importantes de esta cita son irrefutablemente verdaderas: primero, que “Mateo y Lucas no dejan ninguna duda” respecto al nacimiento virginal de Jesús, y segundo, que Él era “completamente Dios y completamente hombre”. Sin embargo, respetuosamente ofrezco que Tertuliano murió en el siglo III (220 d.C.), Atanasio y Ambrosio murieron en el siglo IV (373 y 397 d.C.), y Agustín murió en el siglo V (430 d.C.), por lo que no se encontraban entre los “primeros padres de la Iglesia”. Por el contrario, su existencia terrenal se extendió entre dos y cuatro siglos después del acontecimiento original del nacimiento del Salvador. Hacer tal afirmación es como decir que John F. Kennedy, Ronald Reagan, Bill Clinton y George Bush estuvieron entre los primeros presidentes de los Estados Unidos. Los “padres de la fe” más importantes y originales (los escritores de los Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan, y los escritores de las epístolas: Pedro, Pablo, Santiago y Judas) guardaron un completo silencio sobre esta doctrina. Si hubieran sabido de ella —si realmente se celebraba entre los primeros creyentes— algo tan importante habría sido proclamado apasionadamente por muchos de ellos para asegurar que las generaciones futuras estuvieran informadas. Pero nunca se menciona ni se insinúa un estatus de “siempre virgen” para María —ni un susurro— ni una sola vez. Eso por sí solo debería hacernos cuestionar seriamente la legitimidad de esta idea extrabíblica.
Es cierto que algunos líderes protestantes durante la Reforma, como Martín Lutero, Juan Calvino y Ulrico Zwinglio, aunque rechazaron muchas otras doctrinas católicas, conservaron ésta. Sin embargo, su apoyo no habría hecho que este concepto fuera más aceptable y creíble, porque los reformadores no siempre tenían razón. Los tres también defendieron el bautismo infantil, que no es bíblico.
Indudablemente, María es un faro resplandeciente de virtud y gracia, que debe ser grandemente estimada, emulada y celebrada por su virtud, su obediencia y su conmovedora respuesta, frecuentemente citada, al ángel Gabriel en la anunciación:
“He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra”. (Lucas 1:38)
Aun así, esta idea de la “virginidad perpetua” de María simplemente no se alinea con la narrativa bíblica. Después de que ella concibió del Espíritu Santo y dio a luz al Señor Jesús (cumpliendo la profecía de Isaías 7:14), es obvio que María entró en una relación matrimonial normal con José. Lee Mateo 1:18-25 y juzga por ti mismo:
El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS. (Mateo 1:18-25 RVR1960)

El versículo veinticinco explica
El versículo dieciocho explica que “antes de que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo”. Si hubiera quedado embarazada después de que “se juntaron” (después de que José y María cohabitaron y consumaron el matrimonio), la gente habría insistido en que Jesús era el hijo de José. Por eso, Mateo aparentemente sintió que era importante enfatizar este punto. Además, la redacción de este pasaje implica que después del nacimiento de Jesús, José y María sí “se juntaron”, en ambos sentidos. Aunque el significado exacto de esta frase podría ser cuestionado por quienes adoptan la postura católica, la siguiente referencia es demasiado clara para ser refutada.
El versículo veinticinco explica que José no “conoció” a María “hasta que dio a luz a su Hijo primogénito”. La palabra “conoció”, usada de esta manera, es una expresión bíblica común que describe a un hombre que experimenta la unión sexual con una mujer. El uso de este término comienza en las Escrituras con los progenitores de la raza humana (“El hombre conoció a Eva su mujer, la cual concibió”/Génesis 4:1, ver también 4:25, énfasis del autor).
La New Catholic Bible (Nueva Biblia Católica) da una interpretación aún más clara de este pasaje de Mateo 1:24-25:
Cuando José se levantó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado. Tomó a María en su casa como su esposa, pero no tuvo relaciones maritales con ella hasta que ella le dio nacimiento a un hijo, al que llamó Jesús.
Basado en la redacción de esta declaración, hay dos conclusiones lógicas:
- José no tuvo relaciones maritales con María antes del nacimiento del Hijo de Dios.
- José sí tuvo relaciones maritales con María después del nacimiento de Jesús.
¿Hay alguna otra forma de interpretar estas palabras? No creo. Algunos apologistas católicos insisten en que las palabras “hasta” o “hasta que” no siempre indican un cambio en la condición o acción de la cosa a la que se hace referencia. A veces, esto puede ser cierto lingüísticamente, pero tratar de hacer que Mateo 1:25 encaje en esa categoría es como intentar meter a la fuerza la proverbial “clavija cuadrada en un agujero redondo”. Simplemente no encaja a menos que se le quiten los bordes con un cuchillo religioso afilado forjado en el fuego de una tradición de larga duración.
Además, Mateo explica que Jesús fue el “primogénito” de María (del griego prototokos). ¿No es eso indicativo de que hubo más hijos después?
Entonces, ¿cuál es mi veredicto hasta ahora en el tribunal de la verdad? Personalmente, ya estoy convencido: María no fue ni es “siempre virgen”. Sin embargo, probablemente necesitaremos reunir más pruebas para persuadir al resto del jurado.
¿Jesús tuvo hermanos y hermanas?
Hay bastantes pasajes que mencionan que Jesús tenía hermanos y hermanas, como el siguiente:
Mientras Jesús aún estaba hablando a la multitud, Su madre y Sus hermanos estaban afuera, deseando hablar con Él. Y alguien le dijo: “Tu madre y Tus hermanos están afuera y te quieren hablar”. Pero Jesús respondió al que le informó: “¿Quién es Mi madre, y quiénes son Mis hermanos?”. Y extendiendo la mano hacia Sus discípulos, dijo: “¡Miren, aquí están Mi madre y Mis hermanos! Porque cualquiera que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos, ese es Mi hermano y Mi hermana y Mi madre”. (Mateo 12:46-50)
Los hermanos de Jesús incluso son nombrados en los Evangelios:
“¿No es Este el Hijo del carpintero? ¿No se llama Su madre María, y Sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas Sus hermanas con nosotros? ¿Dónde, pues, obtuvo Este todas estas cosas?” Y se escandalizaban a causa de Él. Pero Jesús les dijo: “No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa”. Y no hizo muchos milagros allí a causa de la incredulidad de ellos. (Mateo 13:55-58)
(Otras referencias incluyen Marcos 3:32; 6:3, Lucas 8:19-21, Juan 2:12; 7:3-5, Hechos 1:14, 1 Corintios 9:5, Gálatas 1:19).
Algunos apologistas católicos insisten en que aquellos a los que se refieren como los hermanos de Jesús eran en realidad Sus primos. Sin embargo, la palabra griega traducida como “hermanos” en Mateo 13:55 es adelphos (pronunciada a-del-fos’) y en el griego del Nuevo Testamento ese es siempre el significado intencionado. Cuando se divide en dos partes, el prefijo a significa ‘desde’ y delphos significa ‘útero’, por lo tanto, adelphos significa ‘desde el mismo útero’.

Jesus dijo: “Porque cualquiera que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos, ese es Mi hermano y Mi hermana y Mi madre” (Mateo 12:50).
Incluso cuando los escritores de la Biblia se dirigieron a sus compañeros creyentes como “hermanos” espirituales, la palabra es adelphos (ver Romanos 15:14,15,30). No llamas a otros en el cuerpo de Cristo tus primos espirituales; te refieres a ellos como tus hermanos y hermanas, porque todos los hijos de Dios son engendrados de la misma Palabra, nacidos del mismo Espíritu Santo y son descendientes del mismo Padre celestial. En otras palabras, espiritualmente todos procedemos de la misma fuente. Ya sea que se haga referencia a hermanos naturales o hermanos espirituales, adelphos (singular) o adelphoi (plural).es la palabra preferida. El sustantivo femenino usado para las “hermanas” de Jesús en Mateo 13:56 es adelphe (pronunciada a-del-fe’).
Es importante destacar que esta interpretación no se limita sólo a las versiones protestantes de la Biblia. Las versiones católicas de la Biblia más conocidas (como la Biblia de Jerusalén, la Biblia Latinoamericana y La Biblia Libro del Pueblo de Dios) utilizan las palabras “hermanos” o “hermano” en todas las referencias que se acaban de enumerar en el párrafo siguiente a Mateo 12:46-50 y 13:55-58 (recién citados). Si esta es la traducción preferida incluso en las traducciones católicas de la Biblia, eso le da aún más credibilidad a que esta sea la elección de palabras adecuada.
La palabra “primo/a” solo aparece una vez en la versión Traducción en Lenguaje Actual (TLA) del Nuevo Testamento. Proviene de la palabra griega suggenes (pronunciada sug-ghen-es’) y es una referencia a Isabel, quien fue descrita como la prima de María. El mismo Evangelio también menciona a otros “primos” de Isabel que se alegraron con ella por el nacimiento de Juan el Bautista (Lucas 1:36, 58 TLA). Muchas versiones modernas traducen suggenes a la palabra “pariente”, o al plural “parientes” o “familiares”, en estos dos casos.
La palabra principal que se traduce más apropiadamente como “primo” en la mayoría de las versiones en español de Colosenses 4:10 es anepsios, un versículo que describe a Marcos como el primo de Bernabé.
Si Jacobo, José, Simón y Judas eran verdaderamente “primos” de Jesús, anepsios habría sido la palabra más lógica, o incluso suggenes, para describirlos como “parientes”. Seguramente, los escritores del Nuevo Testamento, conscientes de la importancia de su tarea, no habrían tergiversado relaciones humanas tan importantes.
Lidiando con la teoría del “primo”
Algunos que favorecen la teoría del “primo” intentan darle peso a esa visión ofreciendo una interpretación única del siguiente versículo:
Y junto a la cruz de Jesús estaban Su madre, y la hermana de Su madre, María, la mujer de Cleofas, y María Magdalena. (Juan 19:25)
Hay dos maneras de interpretar este versículo. La primera es decir que había tres mujeres en la cruz y que las tres se llamaban “María”: María Magdalena, María la madre de Jesús y la hermana de María, cuyo nombre también era María (lo cual es difícil de creer). Asignar a esta “tercera María” el papel de hermana de la madre de Jesús es fundamental, porque Mateo 27:56 la identifica además como “María la madre de Jacobo y de José”, y Marcos 15:40 la nombra “la madre de Jacobo el menor y de José”. Si este fuera el caso, entonces Jacobo y José muy posiblemente podrían haber sido primos de Jesús, no sus hermanos. (Ver también Marcos 16:1, Lucas 24:10). La debilidad extrema de esta teoría es lo poco convencional y extraño que sería para unos padres darle a dos de sus hijas el mismo nombre. ¡Qué confuso sería eso! Por supuesto, pueden haber sido hermanastras (¡Oh, qué complicado se está volviendo esto!).
La segunda y más correcta manera de interpretar este versículo es insistir en que describe a cuatro mujeres junto a la cruz y que, por alguna razón, la hermana de María no tiene nombre. (Te sugiero que vuelvas a leerlo). Eso nos lleva a otra pregunta: ¿Quién era Cleofas, a quien en otros pasajes se describe como la “madre de Jacobo y José”? Hay demasiadas teorías para explorar y hacerlo no produce ninguna respuesta indiscutible.
¿Eran sus dos hijos, “Jacobo y José”, las mismas personas que se describen como los “hermanos” de Jesús? No hay forma de saberlo con certeza. Sin embargo, si hubo tres Marías, ciertamente pudo haber habido dos grupos de hermanos con los mismos nombres. En una cuestión tan importante como ésta para establecer la verdadera doctrina, debemos optar por aquellas referencias bíblicas que puedan interpretarse de una manera irrefutable, muy sencilla, y sin complicaciones.
Uso incorrecto de la palabra “hermano” en el Antiguo Testamento
En el debate constante sobre este importante tema, a veces se señala que hay casos en el Antiguo Testamento en los que la palabra “hermano” se usa para relaciones que no son la de hermanos en sí. Por ejemplo, Lot era literalmente el sobrino de Abram, pero cuando fue capturado por los ejércitos que atacaron Sodoma, la Biblia describe el rescate de Lot de la siguiente manera:
Y oyó Abram que su hermano (hebreo ach) estaba prisionero, y armó sus criados, los criados de su casa, trescientos dieciocho, y siguiólos hasta Dan. (Génesis 14:14)
Otro ejemplo es el de Jacob, el nieto de Abraham, que fue a vivir con Labán, el hermano de su madre. Labán era literalmente el tío de Jacob, pero durante su conversación inicial hizo la siguiente declaración:
Entonces dijo Labán á Jacob: ¿Por ser tú mi hermano (hebreo ach), me has de servir de balde? declárame qué será tu salario. (Génesis 29:15, ver versículo 12 también)
Algunas versiones (como la RVA, JBS y la Biblia Latinoamericana católica) traducen la palabra hebrea ach en este pasaje como “hermano”. Pero otras versiones más modernas, tanto católicas como protestantes, la traducen de manera más apropiada como “pariente” (LBLA, LPD). Este es un punto débil que se debe enfatizar por dos razones principales:
- No se aplica directamente a las palabras griegas o versículos del Nuevo Testamento que hablan de los “hermanos” de Jesús;
- La palabra hebrea ach podría haberse usado con mucha libertad durante los días de Abraham y Labán, tal como la palabra en español “hermano” se usa hoy día.
Otro punto de vista: el Protoevangelio de Santiago
En este caso controvertido se ha planteado otra opinión: que aquellos a los que se hace referencia como los “hermanos” de Jesús eran en realidad sus hermanastros, hijos de José de un matrimonio anterior. Esta idea se deriva principalmente del Protoevangelio de Santiago (el Libro de Santiago), un manuscrito cuestionable escrito posiblemente alrededor del año 120 d.C., más de un siglo después del nacimiento de Jesús. El autor afirmaba ser Santiago, el medio hermano de Jesús, pero se desconoce su verdadera identidad.
Este supuesto “evangelio de la infancia” ofrece información ampliada sobre María: su educación, su matrimonio con José y detalles sobre la concepción milagrosa y el posterior nacimiento del Hijo de Dios en Belén. Es el manuscrito más antiguo conocido que promueve la idea de la condición de “siempre virgen” de María. Muchas de las afirmaciones que se hacen en el Evangelio apócrifo de Santiago están completamente ausentes de los cuatro Evangelios del Canon aprobado de las Escrituras. Algunas historias son inusuales, incluso extrañas, como los relatos de:
- María siendo alimentada por un ángel diariamente en el templo desde la edad de tres años,
- María siendo sometida a la prueba de “aguas amargas” para ver si era culpable de infidelidad durante su desposorio con José (Números 5:11-31),
- El niño Jesús apareciendo de repente en su pecho, en lugar de que María pasara por el proceso normal de parto, emergiendo como la luz que pasa a través de un cristal sin dañarlo,
- El brazo de una partera, llamada Salomé, se marchitó porque intentó inspeccionar a María después del nacimiento de Jesús para ver si su virginidad todavía estaba intacta. Su brazo marchito fue restaurado a la normalidad al tocar al niño Jesús.
Aunque algunos líderes cristianos a partir del siglo II profesaron su fe en el Evangelio de Santiago, éste fue condenado por el papa Inocencio I en el año 405 d.C. y rechazado por un Decreto Gelasiano alrededor del año 500 d.C. (un decreto papal, una decretal, del papa Gelasio I/492-496 d.C.). Por ello, hasta el día de hoy, sigue siendo una obra muy debatida y cuestionable.
Creer en cualquiera de los dos puntos de vista
Ya hemos examinado dos de las principales refutaciones que ofrecen quienes creen en la virginidad perpetua de María: la idea de que los individuos identificados como “hermanos” de Jesús en varios pasajes bíblicos eran en realidad Sus primos, y la idea de que eran Sus hermanastros. Aparentemente, a los católicos se les permite adoptar cualquiera de esas opiniones, aunque se contradigan entre sí, siempre y cuando defiendan la postura católica sobre el estado de virginidad perpetua de María. La siguiente cita confirma esta afirmación:
“La virginidad perpetua de María siempre ha sido reconciliada con las referencias bíblicas a los hermanos de Cristo a través de una comprensión adecuada del significado del término ‘hermanos’. La comprensión de que los hermanos del Señor eran hermanastros de Jesús (hijos de José) en lugar de medio hermanos (hijos de María) fue la más común hasta la época de Jerónimo (siglo IV). Fue Jerónimo quien introdujo la posibilidad de que los hermanos de Cristo fueran en realidad sus primos, ya que en el idioma judío a los primos también se les llamaba ‘hermanos’. La Iglesia Católica permite a los fieles sostener cualquiera de las dos opiniones, ya que ambas son compatibles con la realidad de la virginidad perpetua de María.”[2]
¿Qué? ¿No deberían los creyentes de la Biblia comprometerse únicamente con la búsqueda de la verdad? Seguramente estás de acuerdo: permitir una creencia errónea con el fin de proteger una preciada tradición de la iglesia nunca debería ser aceptable. Sin embargo, incluso si hubiera una prueba sólida e innegable de que aquellos a los que se hace referencia como los “hermanos” de Jesús en Mateo 12:46-50 y otros pasajes eran en realidad Sus primos o Sus hermanastros, eso no refutaría la interpretación clara de Mateo 1:25: que José y María sí tuvieron relaciones maritales después del nacimiento de Jesús.
Otros dos puntos utilizados para apoyar la visión católica
Debido a que mucho depende de si María tuvo o no otros hijos además de Jesús, para apoyar la opinión católica de que los hermanos de Jesús eran Sus primos o Sus hermanastros, a menudo se presentan las dos consideraciones siguientes:
La huida a Egipto: Cuando llegó el momento de salir de Egipto, un ángel visitó a José. Aquí está el relato bíblico:
Pero cuando murió Herodes, un ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto, diciéndole: “Levántate, toma al Niño y a Su madre y vete a la tierra de Israel, porque los que atentaban contra la vida del Niño han muerto”. Y levantándose, José tomó al Niño y a Su madre, y vino a la tierra de Israel. (Mateo 2:19-21)
A menudo, los creyentes en la virginidad eterna de María preguntan: “Si María tuvo más hijos con José, ¿por qué el ángel no los mencionó cuando se le dijo a la sagrada familia que regresara de Egipto?”.
Respuesta: Se cree tradicionalmente que la sagrada familia estuvo en Egipto solo entre dos y cuatro años. Es posible que, para entonces, José y María aún no habían tenido otros hijos. O si José tuvo hijos de un matrimonio anterior (como afirman algunos), todos podrían haber sido tan mayores que ya estaban establecidos en sus propias vidas, ocupando hogares en otros lugares y no descendieron a Egipto. Simplemente, hay demasiados factores desconocidos y puntos conflictivos para que se pueda llegar a una posición firme.
La declaración de Jesús a Juan: Cuando el Salvador estaba en la cruz, se pronunciaron las siguientes palabras significativas:
Y cuando Jesús vio a Su madre, y al discípulo a quien Él amaba que estaba allí cerca, dijo a Su madre: “¡Mujer, ahí está tu hijo!”. Después dijo al discípulo: “¡Ahí está tu madre!”. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa. (Juan 19:26-27)
Los católicos a menudo señalan que si Jesús realmente hubiera tenido hermanos y hermanas plenos, deberían haber sido ellos quienes cuidaran de su madre, María, y no alguien fuera de la familia. Por lo tanto, aquellos a quienes se hace referencia como hermanos de Jesús deben haber sido hermanastros o primos que no estuvieron a la altura de cumplir con este papel que se hubiera esperado de una familia judía.
Respuesta: No hay manera de saber el motivo de Jesús al hacer esta declaración. Todas las respuestas propuestas son meramente especulativas. Sabemos que los hermanos de Jesús (ya fueran hermanos de sangre o hermanastros) inicialmente no creyeron en Él. (Ver Juan 7:5; curiosamente, fue Juan quien lo mencionó). ¿Podría haber sido esa la razón? Tal vez. Tal vez no. Aparentemente, más tarde sí creyeron. (Ver Hechos 1:14). Al final, esta observación, aunque relevante, no ofrece un respaldo suficientemente fuerte a la opinión católica, porque cualquiera que sea la respuesta, todavía no prueba un estado de virginidad eterna para María.
Las conclusiones
Cuando se toman textualmente todos estos pasajes de las Escrituras y se sopesa su significado teológico, lógica y sensatamente, es imposible creer con total seguridad que María poseía la condición de “virgen perpetua”. Para aceptar plenamente esa propuesta, hay que pasar por alto esa declaración tan clara de la Palabra de Dios que se menciona al principio de este artículo.
¿Es posible? Por supuesto que lo es. Todo es posible con Dios. ¿Es demostrable? No, no lo es.
Si esta doctrina de la perpetua virginidad de María fuera cierta, ¿validaría automáticamente todas las demás doctrinas marianas, como la oración a María, la inmaculada concepción, la asunción y su condición de Reina del Cielo? No, ninguna de ellas queda demostrada al afirmar la perpetua virginidad de la madre de Jesús. Entonces, ¿es relevante esta discusión? Sí, lo es, porque si se demuestra que una creencia tradicional es indefendible, es más fácil cuestionar otras doctrinas tradicionales que tampoco son bíblicas.
Mezclado con influencia pagana
En el siglo VI, tuvo lugar una mezcla de influencia pagana que realzó y consagró significativamente esta creencia de la virginidad perpetua de María. Esta conveniente fusión de oscuridad y luz puede haber sido intencional o simplemente una coincidencia.
El siguiente versículo, ya citado al principio de este artículo, se refiere a la naturaleza milagrosa del nacimiento de Jesús y es citado a menudo con alegría por todos los cristianos profesantes:
“He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un Hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel”, que traducido significa: “Dios con nosotros”. (Mateo 1:23)

El Partenón (que significa “Casa de la Virgen”), en la Acrópolis de Atenas, Grecia, está dedicado a Atenea, la diosa virgen de la guerra, la sabiduría y las artes (una deidad pagana). Más tarde, cuando el ejército bizantino cristiano conquistó Grecia, se dedicó a María, la virgen perpetua.
La palabra griega traducida como “virgen” en este versículo es parthenos. De esa palabra se derivó la palabra relacionada “Partenón”. El Partenón era un impresionante templo de mármol, construido entre 447 y 432 a.C. en la Acrópolis de Atenas, Grecia, en el apogeo del imperio griego. El Partenón albergaba una estatua de una deidad femenina del panteón griego conocida como “Atenea Partenos” (Atenea, la diosa virgen, supuestamente la diosa de la sabiduría).
Los bizantinos cristianos conquistaron Grecia en el siglo VI d.C. y prohibieron el culto pagano a los antiguos dioses griegos. Hacia finales de ese siglo, “el Partenón fue convertido en una iglesia cristiana dedicada a la Virgen María”.[3] Así que, un templo pagano dedicado a una diosa “virgen” eterna llamada Atenea fue transformado en una catedral cristiana dedicada a una “virgen” eterna llamada María. ¿Podría haber sido esto una continuación de una práctica y una mentalidad pagana que resultó en una gran exageración de la verdadera naturaleza e identidad de María? Semejante investigación es digna de consideración.
Sin lugar a dudas, María debe ser profundamente respetada por su pureza, su obediencia al llamado de Dios, su humildad, su disposición a soportar acusaciones falsas, su fidelidad al Todopoderoso y la manera asombrosa en que Dios la usó para hacer que el mundo entrara en la era del Nuevo Pacto y contrarrestar el mal que invadió este reino terrenal a través de Eva, pero nada más que eso. María también tuvo que nacer de nuevo y ser llena del Espíritu Santo en el aposento alto, al igual que los otros discípulos, para heredar la salvación y la plenitud del Nuevo Testamento en Dios. Ella era una de nosotros: un ser humano excepcional y ejemplar, pero, repito, solo una de nosotros.
Una última declaración es una conclusión adecuada para este extenso artículo. La Escritura definitivamente ordena a todos los creyentes a que “honren al Hijo así como honran al Padre” (Juan 5:23). Pero no hay absolutamente ningún pasaje que ordene a los creyentes a que “honren a la madre de Jesús como honran a su Hijo”.
¡Que nunca presentemos un veredicto en la sala del tribunal de la verdad a menos que la evidencia esté más allá de toda sombra de duda!
________________________________________________________________________________________________
[1] Esta es una traducción al español de una cita que sólo está disponible en inglés en el siguiente enlace:
https://stpaulcenter.com/understanding-marys-perpetual-virginity/ consultado el 26/10/21.
[2] Esta es una traducción al español de una cita que sólo está disponible en inglés en el siguiente enlace:
https://www.catholic.com/tract/mary-ever-virgin, consultado el 17/5/24
[3] Esta es una traducción al español de una cita que sólo está disponible en inglés en el siguiente enlace:
https://en.wikipedia.org/wiki/Parthenon, consultado el 4/8/2022